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Querido Juan Miguel:
Carta abierta a Juan Miguel González
Por Mitus

 

Elián tiene que volver contigo. Sobrevivió a un naufragio en el mar Caribe, perdió a su madre y el futuro que para él estaba proyectado se truncó, pero la patria potestad de una madre no se extiende más allá de la muerte ni está sometida a los vaivenes de la política.

Todos quieren opinar sobre el caso y decidir la suerte del niño, olvidando que te tiene a ti. Yo he visto las imágenes de las manifestaciones en Miami. Qué bochornoso espectáculo. Parece que, merced a un kafkiano entramado de acciones judiciales y recursos sucesivos, es posible que en Estados Unidos, país al que se supone un alto grado de civilización, le priven a uno por las buenas de la custodia de su hijo y que la Justicia sea incapaz de devolvérselo. ¿Cuál habrá sido tu pecado? El único delito que por ahora pareces haber cometido es ser cubano y querer vivir en Cuba.

Te han ofrecido dinero y trabajo para que te quedes en USA. Piensan que renunciando a tus principios y plegándote a los suyos serías mejor padre. Fíjate, Juan Miguel, en qué curiosa situación ha desembocado el asunto: a la opinión pública del mundo siempre se le ha dicho que si Fidel Castro tiene apoyo en Cuba es porque sus opositores se han ido de allí. Y ahora intentan condenar a un compatriota suyo -con un terrible castigo- cuyo único deseo es irse a Cuba con su hijo. Si os niegan, a Elián y a ti, la libertad que ellos dicen defender, ¿qué futuro os aguarda? ¿Así quieren construir la Cuba en la que todos quisiéramos que tu hijo creciera?

Yo también soy padre y, supongo que como a ti, me indigna que quienquiera que sea intente usurpar mi papel. Más aún si la razón es política. Pero en tu caso la política adquiere tintes particularmente envilecedores. Los parientes de Elián en Miami no parecen tener nada contra ti. Han dicho claramente que si renegaras de ti mismo y no volvieras a Cuba te devolverían a Elián, así que la cuestión no eres tú, sino la lucha contra Fidel Castro. Contigo y con tu hijo se repite la historia de la ley de la selva que sigue rigiendo en este mundo nuestro. Ni Elián ni tú les importáis un pimiento a las facciones políticas que se disputan Cuba. Ni a las muchedumbres que toman las calles de Miami, ni a Fidel Castro y sus seguidores.

Si es cierto que quieres volver a Cuba y rechazas las ofertas de quedarte en Estados Unidos, puedo suponer que tus ideas políticas son cercanas al castrismo. Las mías, desde luego, son muy diferentes. Si defiendo que en España, mi país, la gente tenga libertad para votar a sus gobernantes, expresarse libremente y que disponga de oportunidades para ser dueña de su propio destino, también lo deseo para todos los demás, y en particular para Cuba, nación amiga y cercana por tantos motivos. Yo quisiera algún día viajar a Cuba y encontrarte con tu hijo. Que él supiera que tu peripecia para lograr tenerlo a tu lado no fue sino un ejercicio de dignidad y libertad individuales. Quisiera incluso que tú mismo llegaras a entender que te defiendo en nombre de principios que Fidel Castro desprecia, aunque por el juego de la política el mundo parezca, en ocasiones, girar al revés. Deseo, sobre todo, que cuando tu hijo esté en la edad en que sea él quien deba cuidarte a ti, los dramas de todas las personas que asumen el riesgo de huir de su patria para conseguir un futuro digno no sean sino recuerdos remotos, felizmente superados, para los cubanos de su generación.

Elián tiene que volver contigo. Dicen que le llevarás al mundo de miseria y opresión que la Cuba actual representa, como si la gente que allí vive, tu gente, tuviera la obligación de sufrir y ser infeliz, por estar gobernada por un dictador. Pero la vida no es eso. No es así. La democracia es una conquista de la condición humana, pero la felicidad es otra cosa. Los paraísos y los infiernos están en el interior de cada uno. Verás gente feliz rodeada de miseria e injusticia y conocerás seres humanos atormentados entre la libertad y la opulencia. Sea cual sea el entorno político, las personas seguirán sintiendo, sufriendo, amando y viviendo momentos felices, con sus padres, madres, hijos, parientes y amigos, paseando por cualquier calle, escuchando una canción o jugando una partida de cartas. La política es otra historia. Quienes quieren robarte a tu hijo no entienden nada o, lo que es peor, no quieren entender nada porque les da igual. Y lo único que realmente importa es que te devuelvan a Elián y que os dejen en paz.

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