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Mientras mi guitarra solloza suavemente

Por Mitus

Si se toca en un grupo de rock, no está mal que sea en los Beatles (George Harrison)

No era mi amigo. Ni siquiera le conocía. Ignoro si era una buena persona, si merecía ser querido o admirado. Y me pregunto el por qué de esa sensación, mezcla dolorosa de vacío, pérdida y desesperanza que me produce su marcha. Hace veintiún años experimenté una conmoción similar a raíz del asesinato de su compañero John Lennon, pero quizá entonces estaba menos preparado que hoy para buscar respuestas. Puedo dejar que mi memoria viaje y rescate recuerdos. La primera vez que bailé una canción lenta con una chica vuelve a mí. Y es curioso. No recuerdo la chica, pero sí la canción. Era While my guitar gently weeps. El ambiente cálido, unos brazos suaves en torno a mi cuello, su mano en mi nuca y aquella canción, el nombre de cuyo autor aún desconocía, que hablaba de los sollozos de una guitarra.

Intento escudriñar las razones de mi emoción en imágenes que conservo en mi colección de videos, muchas de las cuales son rememoradas estos días en los medios de comunicación. Puedo reconocer a George Harrison en aquel adolescente desconcertado, devuelto a Inglaterra desde Hamburgo por ser menor de edad; en el joven cantando como puede, sin apenas poder escucharse entre el griterío de las fans, sobre escenarios estadounidenses; en la ya super estrella del rock tocando la guitarra y haciendo coros en un programa de televisión contemplado por cien millones de personas, mientras Lennon canta All you need is love, Paul McCartney toca sonriente el bajo, Ringo la batería y Mick Jagger bate palmas entre el público. También es George Harrison el que discute con Paul en un gélido estudio de grabación durante las sesiones de Let it be, y el que hace los virtuosos punteos de guitarra de Get Back, en directo y sobre la azotea de los estudios de Abbey Road, enfundado en una gruesa chaqueta. Cómo no recordar al ya exbeatle sobre el escenario del neoyorquino Madison Square Garden en 1973, compartiendo honores con Bob Dylan, Eric Clapton, Ringo Starr, Leon Russell, Billy Preston y tantos otros, con ocasión del concierto para Bangla Desh. Y, ya en tiempos más recientes, su encuentro con el también fallecido Carl Perkins, o su gira por Japón. ¿Qué hay en esas imágenes que me importe? ¿Por qué siento dolor?

Por supuesto, está la música. A pesar de que Harrison tuvo que reconocer que la melodía era un plagio, el impresionante sonido de las guitarras acústicas de My sweet lord sigue acompañándome a veces en el radiocassette de mi coche. Continúa asombrándome el perfeccionismo y sensibilidad que destila la versión original de While my guitar gently weeps, aunque tardé muchos años en enterarme de que su famoso solo de guitarra se debe a Eric Clapton, con quien ejecutó un delicioso dueto al interpretar juntos ese mismo tema en el concierto para Bangla Desh. Y, para los amantes de las paradojas, recuérdese que George Harrison, el tercer beatle, el músico cuya categoría se veía eclipsada por la apisonadora Lennon & McCartney, es el autor de la canción más versionada de la historia de la música pop: Something, tal vez la balada más hermosa que se haya compuesto nunca. Por si esto fuera poco, uno de los temas "fuertes" que más me gustan de los Beatles, Old brown shoe, es también obra de George Harrison.

¿Por qué siento su muerte? Creo que lamentamos la pérdida de quienes han aportado algo a nuestras vidas porque, entonces, una parte de nosotros mismos se va con ellos. Y debemos continuar con lo que nos queda. Tal vez envejecemos cuando somos incapaces ya de recibir más, hasta que, algún día, ya no nos queda nada. Dejemos, pues, que la tristeza reine por un día, pero sólo por un día. Descansa en paz, querido George Harrison.

1 diciembre 2001

 

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